viernes, 3 de junio de 2016

Cerrando el capítulo...

He leído, insistentemente me han dicho, que no es bueno tanta indesición en cerrar puertas, ya que impide que se abran ventanas.
Y me veo aquí, en este instante, queriendo volver atrás, recordando momentos pasados en los que fuimos felices, fui feliz. Pero luego, recuerdo otros, aún más antiguos: momentos mágicos con otras personas que se quedaron atrás y nunca más volvieron.

Hoy, al fin, decido despedirme de ti, dejar, como te dije un día, que volemos libres en armonía con el universo. Una parte de mí aún desea que nos reencontremos, allá donde el cielo es rosa y naranja, y el sol comienza a ocultarse. Son tantas cosas las que he aprendido de ti... No me gustaría perderlas, me gustaría tenerlas para siempre, conmigo, porque fuiste mágica y quiero que esa magia se quede conmigo para siempre. 


Una persona mágica es aquella que cree más en tus posibilidades, más que, incluso a veces, tú mismo. Es aquella que, a pesar de estar mal, siempre saca su mejor sonrisa para ti, tiene palabras que te hacen ver que no todo es tan malo como parece. Sus palabras siempre son: Tú puedes, lo conseguirás, eres el mejor, como tú ninguno, ¿si no eres tú quién? Y así va acompañándote en tu vida sin que te des cuenta de lo realmente importante que es, hasta que un buen día como por arte de MAGIA todos tus SENTIDOS están listos para ABRIRSE y lo ves. ¡LO VES! 
Y te das cuenta que siempre lo has tenido ahí y nunca le habías tomado el tiempo para darle las GRACIAS por todo lo que te había aportado y seguirá aportando en tu vida.
(Este párrafo está modificado de esta página

He aprendido que no puedo exigirle a otra persona que sea algo (o que me de algo) que ni siquiera yo soy capaz de ser (o de darme), así que quiero aprender a bailar e ir a fiestas con vestidos bonitos y pasármelo genial, quiero patinar súper rápido con el viento en la cara y el pelo hacia atrás, quiero ser ¡educadora ambiental! Quiero conducir hasta la orilla y pasar sola un día en la playa tomando el sol, bañarme y rebozarme en la arena. ¡Quiero ser acción, quiero ser aire, quiero ser agua, quiero ser nube! Ya llegará alguien inesperado para compartir esos momentos.

Me gustaría tener un perrito, a pesar de que siempre he sido más de gatos, para que me acompañe a mis vicios. ¿Quién lo diría? Te echo de menos, Luci...

Leí: "El truco está en decir lo que realmente piensas. En buscar a quien realmente quieres. Y hacer con tu vida lo que realmente te de la gana."

Me dije a mí misma que empiece lo que empiece, tiene que ser mágico, si no, no cuenta. 

De Paulo Coehlo:
Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegrí­a y el sentido del resto. Cerrando cí­rculos, o cerrando puertas, o cerrando capí­tulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, ¿La relación se acabó? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente “revolcándote” en los porqués, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste ya a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capí­tulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse.
No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardí­os, ni empleados de empresas inexistentes.¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!

Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros.
Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente…
El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú… Suelta el resentimiento. El prender “tu televisor personal” para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarte lentalmente, envenenarte y amargarte.
La vida está para adelante, nunca para atrás. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capí­tulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí­ en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.
Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos dí­as, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver.
Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el cí­rculo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario