miércoles, 18 de mayo de 2016

Mi primer beso

Hoy he cogido por un callejón por el que hacía tiempo no pasaba. Era el callejón donde un chico alto me dio mi primer beso. Y fue mágico. Yo quería esconderme y que nadie de mi curioso pueblo sospechase que estaba cometiendo una locura, porque yo era una chica responsable. Y las chicas responsables no hacen locuras, no se arriesgan. Y todo lo tienen bajo control.

Ahora lo pienso y me hace gracia. ¿Lo repetiría? Sí, por supuesto. Pero si me sucediera ahora, cambiaría mi forma tonta e infantil de actuar, y me lanzaría a él, a sus brazos, le diría que me diera la mano y que corriésemos libres. Saborearía cada momento y cada segundo de esa fracción de tiempo, sin preocuparme de tener miedo y que alguien conocido me viese. Porque la persona que soy, en realidad me gusta, y me da igual lo que piensen de ella, porque me cae bien y es luchadora. Es persistente, perseverante, mágica y se arriesga.
Y, sin embargo, casi no me acuerdo de cómo era él, de su cara, sus labios o sus hombros. Es curiosa la forma en la que se olvidan a las personas.
Pero no, tampoco le guardo rencor. Fue alguien más y nada más.

Quizás fue ahí cuando mi mundo comenzó a romperse, aquella noche. Pero yo no lo sabía, y todo me parecía raro y yo quería seguir siendo una buena chica. Pero ¿por qué quería seguir siendo una buena chica si nunca maté a nadie ni he atentado contra la ley? ¿Por qué intentaba ser algo que ya era? Ojalá me hubiese dado cuenta antes.

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